miércoles, 4 de noviembre de 2015

Frases sobre educación para pensar profundamente.





 "No deja de ser humillante para una persona de ingenio saber que no hay tonto que no le pueda enseñar algo" (Jean Baptiste Say, 1767-1832, economista francés).

 "La educación no cambia el mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo"  (Paulo Freire, 1921-1997, maestro y pedagogo brasileño).

 "Dime y lo olvido; enséñame y lo recuerdo; involúcrame y lo aprendo" (Benjamín Franklin, 1706-1790, político, científico e inventor estadounidense).

 "Nunca consideres el estudio como una obligación, sino como una oportunidad para penetrar en el bello y maravilloso mundo del saber" (Albert Einstein ,1879-1955, científico alemán nacionalizado estadounidense).

 "El maestro que intenta enseñar sin inspirar en el alumno el deseo de aprender está tratando de forjar un hierro frío"  (Horace Mann, 1796-1859, educador y botánico estadounidense).

 "El futuro de los niños es siempre hoy. Mañana será tarde" (Gabriela Mistral, 1889-1957, poetisa y pedagoga chilena).


 "Toda vida es una constante educación"  (Eleanor Roosevelt, 1884-1962, esposa del presidente de los Estados Unidos Franklin Roosevelt).

 "Los niños tienen que ser enseñados sobre cómo pensar, no qué pensar" (Margaret Mead, 1901-1978, antropóloga cultural estadounidense).

 "La mejor enseñanza es la que utiliza la menor cantidad de palabras necesarias para la tarea" (María Montessori, 1870-1952, pedagoga, maestra, antropóloga, filósofa y psiquiatra italiana).

 "Los profesores se desprenden de cuanto tienen y de cuanto saben, ya que su misión es enseñar" (Elena Poniatowska, 1932, escritora y periodista mexicana).

 "Comienza de nuevo. Cada vez que fracases, empieza otra vez y te harás más fuerte, hasta que finalmente logres tu propósito" (Anne Sullivan, 1866-1936, maestra  estadounidense).

 "El optimismo es la fe que lleva al logro. Nada puede hacerse sin esperanza y confianza" (Helen Keller, 1880-1968, escritora y activista estadounidense).

 "Lo que es el maestro es más importante que lo que enseña" (Karl. A. Menninger, 1893-1990, psiquiatra estadounidense).

 "Siempre  que enseñes, enseña a la vez a dudar de lo que enseñes" (José Ortega y Gasset, 1883-1955, filósofo y ensayista español).

 "Aprender sin reflexionar es malgastar la energía" (Confucio,  550  a. C.-479 a. C., pensador chino).

 "Si quieres aprender, enseña" (Cicerón, 106 a.C.-46 a.C., orador, escritor, filósofo y político romano).

 "La única defensa contra el mundo es un conocimiento perfecto de él" (John Locke, 1632-1704, filósofo y médico inglés).


lunes, 7 de septiembre de 2015

Algunas claves para cambiar el modelo educativo.





1. Que se escuche más a los alumnos y alumnas. 
Como norma general, el docente, en un aula, no debería hablar más de un tercio del tiempo de la sesión. Los otros dos tercios, la palabra ha de estar en posesión de los alumnos. 

2. Abrir las clases a otras personas. 
Se debe abrir el aula para que otras personas, como familiares de los alumnos, otros docentes del centro, profesionales de distintos oficios..., expliquen sus experiencias, sus conocimientos.

3. Proponer diferentes retos. 
Más que enseñar a dar respuesta a preguntas y resolver problemas (que por supuesto hay que hacer), debemos enseñar a plantear preguntas y problemas.

4. Fomentar la visión crítica.
Sería importante que, al menos una vez por semana, los alumnos propongan temas de su interés sobre distintos asuntos, que expresen sus opiniones y planteen posibles soluciones.

5. Potenciar la inteligencia emocional. 
La inteligencia emocional es una herramienta básica para evitar problemas de convivencia y un elemento indispensable para una adquisición significativa del conocimiento.

6. Sobrepasar las materias.
Debemos transmitir unos valores que doten a los alumnos de las herramientas necesarias para tener éxito en lo académico y, también, en lo personal.

7. Integrar las TIC. 
Los alumnos deben leer en pantalla, pero también en papel; deben escribir con un teclado, pero también con bolígrafo, lápiz, rotulador...

8. Promover la lectura. 
La comprensión lectora es muy importante para acceder al conocimiento. Leer debe ser un acto diario en el aula y ha de ser un momento compartido entre alumnos y profesores.

9. Promover lo colaborativo. 
El trabajo en equipo es una manera motivadora y creativa de trabajar en el aula. Para ello es necesario, entre otras cosas, flexibilizar el diseño y la distribución de los distintos muebles que hay en el aula. Hay que acabar con las aulas auditorio.

10. Evaluar de modo distinto. 
La evaluación debe ser continua, y el peso de los exámenes tradicionales ha de ser, quizás, menor. 




miércoles, 1 de julio de 2015

La onicofagia.

 Dibujo de uñas

Consideraciones.

 Morderse las uñas es un hábito nervioso relacionado con la ansiedad.
La psicóloga Almudena Porres explica que quienes se muerden las uñas piensan que hacer algo placentero reducirá la carga ansiosa. Así, desvían el desasosiego hacia esta práctica que por momentos se convierte en relajante, en una distracción fácil.

 Este trastorno es similar, en cuanto al origen y el tratamiento, a otros como quitarse los pelos de las cejas o arrancárselos de la cabeza. La costumbre de morderse las uñas suele comenzar en la infancia, sobre todo entre los niños más nerviosos, tras superar la etapa de los chupetes o de chuparse el dedo. “Este hábito se manifiesta a partir de los 3 años, cuando el niño ha alcanzado la suficiente coordinación psicomotriz como para manejar sus movimientos sin herirse”, señala Porres.  Afecta al 45% de los niños, según datos de los psicólogos, sin diferencias apreciables entre los sexos. La onicofagia se acaba automatizando de manera inconsciente. “Se llevan las manos a la boca en cualquier situación como si fuera una rutina mecánica”, describe Santos Orejudo, especialista en psicología clínica.

 Sin embargo, en muchos casos, la onicofagia perdura después de la infancia.Las estadísticas que manejan los expertos calculan que alrededor del 25% de los universitarios y el 10% de los adultos mayores de 35 años prosiguen con el hábito de morderse las uñas. ¿Por qué? La razón tiene que ver con la ansiedad. “Si la persona no ha encontrado otros mecanismos alternativos para paliar o contrarrestar dicha ansiedad, esta costumbre se convierte en una forma eficaz, aunque patológica, de disminuirla por un momento”, indica Porres. También se prolongará si el niño es castigado por morderse las uñas y se siente culpable. “Luego es más difícil de erradicar”.

Los especialistas aseguran que, por razones estéticas, las chicas se preocupan antes que los chicos por evitar morderse las uñas y son las primeras en demandar ayuda. “Por lo general, entre los 13 y los 15 años las jóvenes empiezan a interesarse por cómo solucionar este hábito”, asegura Luis María Ilzarbe, médico estomatólogo e investigador asociado al Instituto CEEI (Centro Europeo de Empresas Innovadoras).

Orientaciones.
Repercusiones negativas.

 “La incidencia de esta costumbre es excepcionalmente elevada. Si extrapolamos los datos porcentuales que manejamos, se podría decir que sólo en Estados Unidos unos 40 millones de personas padecerían este hábito nervioso. En general, podríamos hablar de que un 25% de la población se muerde las uñas”, informa Porres.

 La onicofagia tiene consecuencias negativas incluso en el día a día. Por ejemplo, se padece una evidente dificultad para realizar movimientos que requieren un largo mínimo de uña, como recoger una moneda del suelo o separar cinta adhesiva.
No obstante, las consecuencias más graves tienen lugar en el plano físico, en dientes, encías y en las propias uñas, que pueden llegar a sufrir graves daños. “Es un problema estético, más que funcional, causado por la reiteración con la que se efectúa. Si se hiciera pocas veces, no sucedería nada. Pero el repiqueteo constante de un incisivo contra el otro para morderse las uñas provoca que los incisivos superiores e inferiores se desgasten y sean más feos”, apunta Luis María Ilzarbe. Estos dientes son muy visibles cuando se sonríe, por lo que los efectos negativos de este hábito son más evidentes y las piezas dentales se aprecian recortadas.

Las uñas, por su parte, no crecen bien por el continuo mordisqueo al que son sometidas. “Además, se crean microtraumatismos a lo largo de todo el lecho ungueal, la parte que se encuentra bajo las uñas, alterándose su anatomía”, explica el dermatólogo José Luis López Estebaranz. Este especialista asegura que se pueden provocar pequeñas infecciones por bacterias, virus, hongos o cándidas en la uña, porque entra en contacto con la flora de la boca y se está continuamente chupando y macerando; infecciones que, en muchos casos, se trasladan a la mucosa oral. A veces, también se ocasionan daños alrededor de la uña. “Se pueden provocar panadizos, que hacen que el dedo se inflame y duela”, destaca el dermatólogo. De la misma forma, surgen padrastros y verrugas periungueales en la piel que rodea las uñas.

 En el plano psicológico, este hábito provoca diversas reacciones fruto del mal estado de las uñas. “La más común suele ser la vergüenza ante la posibilidad de que otras personas observen las uñas recomidas, los dedos infectados y heridos, o un retraimiento cuando se trata de compartir actividades que conllevan la exposición abierta de las manos, como en los juegos de mesa con los demás”, enumera Almudena Porres.

 Señala Orejudo que también la autoestima de una persona puede verse afectada. Ocurre siempre que alguien sorprende a otra mordiéndose las uñas después de haberse comprometido a no hacerlo. Esta situación perjudica la imagen psicológica del individuo porque se siente incapaz de controlar su comportamiento y esto le crea un complejo.


Cómo remediarlo.

 Los diferentes especialistas que tratan casos de onicofagia coinciden en que la solución procede del campo de la psicología. A pesar de esto, las creencias populares hablan de que se deben cubrir las uñas con esmaltes o sustancias amargas que provoquen el rechazo de la persona en el intento por llevarse los dedos a la boca. “Es un método poco eficaz, lo más recomendable es la ayuda psicológica”, resalta López Estebaranz.

 En la infancia, la responsabilidad de que el niño no se muerda las uñas recae directamente en los padres. El doctor Cano Vindel aconseja llamar la atención a los hijos pero sin darle demasiada importancia. Se trata de crear pautas para que controlen el hábito, pero sin concentrar demasiado la atención de los padres en este punto. Bastaría con un “te estás mordiendo las uñas, tienes que aprender a no hacerlo porque luego no quedan bonitas”, explica. El problema se puede agravar si se reprende duramente al niño y se utilizan expresiones que puedan resultar hirientes como “no eres capaz de controlarlo”. “Jamás se debe castigar o reprochar nada al niño, porque echar la culpa no ayuda a controlar la conducta”, recalca Cano Vindel.

Entre los métodos estudiados por los especialistas para abandonar definitivamente este hábito se encuentra la llamada “práctica negativa”. Porres Salces explica que se trata de una especie de terapia basada en morderse las uñas a propósito. Este método, aún en fase experimental, se centra en la técnica de la saciedad, en lograr que quien se coma las uñas se harte y sienta repulsión por ellas.
El sistema más utilizado actualmente por los psicólogos es el Método Inversión del Hábito, con tasas de éxito de hasta el 80%, según Santos Orejudo. “El objetivo es que el sujeto cobre conciencia de los momentos en que se muerde las uñas y se dé cuenta de que no debe hacerlo en ese preciso instante”. A través de unas plantillas especialmente diseñadas para este fin, las personas en tratamiento anotan los momentos exactos en los que se muerden las uñas: durante la lectura, viendo televisión, en época de exámenes, etc. Así, los psicólogos les harán entender que esos son los momentos de máximo riesgo ante los que deben mantenerse alerta y esforzarse en no llevarse los dedos a la boca.

 El plan detallado que elaboran los psicólogos como parte del tratamiento para abandonar esta mala costumbre se basa en acciones como las que a continuación cita Porres:


·Identificar todas las situaciones en las que es probable que se muerda las uñas y anotar la frecuencia diaria con que se hace.
·Aprender acciones físicamente incompatibles con el hecho de morderse las uñas y realizarlas cuando se produzca la tentación de mordérselas.
·Practicar ejercicios de relajación.
·Cuidarse a diario las uñas -hacerse la manicura- y mostrarlas constantemente a los demás.


 Los expertos aseguran que desde el momento en que una persona deja de morderse las uñas, éstas no “se curarán” hasta pasados 8 meses. Añaden, además, que se debe esperar un mes y medio más para asegurar el abandono definitivo del hábito. De todas formas, Orejudo insiste en que depende del interés de cada uno y del tiempo que una persona dedique a tratarse, dándose casos de erradicación de esta mala costumbre en un solo mes.


viernes, 1 de mayo de 2015

Maurice André: pequeños apuntes sobre un trompetista sublime.




 Maurice André fue uno de los trompetistas más importantes e influyentes del mundo, dentro del ámbito de la música clásica, en el siglo XX y parte del XXI. Está considerado por gran parte del público y de la crítica especializada como el mejor trompetista de los últimos tiempos.

 Nació en mayo de 1933 en Alés, una localidad del sur de Francia con larga tradición minera, y falleció en febrero de 2012.


  Iniciado en la música gracias a su padre, estudió en el Conservatorio de París y tuvo como profesor a Raymond Sabarich. Obtuvo en 1955 el primer premio en la Competición Internacional de Ginebra, y en 1963, en la de Munich. Adaptó para trompeta más de 130 obras escritas originalmente para violín, oboe y otros instrumentos, entre ellas el Concierto para Trompeta y Orquesta de Tartini -escrito para violín-.  
 A raíz de su triunfo en la Competición Internacional de Munich (1963), comienza una carrera internacional de éxito por numerosos países: Alemania, Holanda, Bélgica, Dinamarca, República Checa, Gran Bretaña, España, Portugal, Italia, Suiza, Países Escandinavos, Norteamérica, Canadá, México, Brasil, Argentina, Chile, Japón, Australia, Israel, etc.
 En 1967 fue nombrado profesor del Conservatorio de París. 
 Trabajó durante varios años con la Orquesta Filarmónica de la Radio de Francia (ORTF) y con la Orquesta de Conciertos Lamoureux.

  Considerado como el mejor trompetista de música clásica del siglo XX y principios del XXI, como ya se ha dicho, en la década de los años noventa se creó un concurso de trompeta en París con su nombre.

 Compositores como Boris Blacher, André Jolivet, Marcel Landowski, Jean Langlais o Henri Tomasi compusieron piezas para él, e interpretó dichas piezas en innumerables salas de concierto de todo el mundo.
 André consiguió aunar las corrientes pedagógicas  rusas, estadounidenses y francesas para dotar a la trompeta de una versatilidad nunca antes vista.

 Fue requerido por los directores de orquesta más importantes del mundo. También tocó piezas musicales con otros trompetistas fuera del ámbito de la música clásica; son famosas, por ejemplo, las interpretaciones con Dizzy Gillespie –mítico trompetista de jazz fallecido en 1993–.  

  La llamada Escuela Francesa, fundada por André, ha permitido la creación de una serie de escuelas equivalentes en el extranjero, seguidoras de este estilo de interpretar con la trompeta. Entre ellas se encuentra la Escuela Española; dentro de ésta, nos encontramos con antiguos alumnos de Maurice que fueron en su día a estudiar al Conservatorio de París y que han sido (y son) responsables de algunos de los conservatorios más importantes de España. Habría que resaltar la tarea desarrollada al respecto por el  trompetista y pedagogo valenciano Leopoldo Vidal Estrems, fallecido en el año 2005, que fue compañero de estudios de Maurice en París. Vidal Estrems fue Catedrático de Trompeta del Conservatorio Superior de Música “Joaquín Rodrigo” de Valencia y director de banda, y en su juventud, solista de la Banda Municipal de Valencia.

 El legado que ha dejado Maurice André a los trompetistas, y también al resto de los músicos, es muy valioso.
Poseía una musicalidad, naturalidad, calidad sonora, registro, digitación, flexibilidad, sentido rítmico, expresividad, picado, ligado y sentimiento interpretativo fuera de lo común. Él es la referencia imprescindible de los trompetistas que se encuentran en este inicio del siglo XXI. Su tremenda producción artística y las intensas actividades pedagógicas y divulgativas desarrolladas en toda su carrera hacen que este gran músico sea muy respetado y valorado por todos.


  Maurice André siempre estuvo envuelto en una especie de halo de misterio en el que el esfuerzo, el coraje y el tesón estaban siempre presentes.  
  Una de las últimas veces que se dejó ver fue en los Cursos Magistrales de Castellón de la Plana  en el año 2007.

 Merece la pena escuchar sus discos y ver sus vídeos detenidamente para maravillarse con el talento de este enorme músico.





                                  



jueves, 16 de abril de 2015

La educación permisiva de los esquimales.

   George Spindler portrait
   George D. Spindler
    
"Los niños esquimales reciben un trato tolerante y permisivo. Los encargados de cuidar a los niños son diversos, no existe un horario para el sueño o la comida y el destete es gradual.

La creencia popular americana conduciría a suponer que los niños criados tan permisivamente acaban convirtiéndose en consentidos; pero no.

El calor y afecto que se les da a los niños les confiere un profundo sentimiento de  bienestar y seguridad. Los pequeños se sienten importantes porque aprenden pronto que de ellos se espera que sean miembros trabajadores y provechosos de la familia. Esto se inculca incluyendo a los niños en la esfera de las actividades cotidianas, inclusión que les proporciona sentimiento de participación y cohesión familiar. Esta pauta refleja la visión que tienen los padres de la crianza de los niños. 

Los adultos sienten que tienen más experiencia en la vida y que su responsabilidad es compartir esa experiencia con los niños. 
Un niño de cinco años obedece no porque tema el castigo o la pérdida de amor, sino porque se identifica con sus padres y respeta su juicio. Cuando alcanzan los 4 o 5 años de edad, el carácter demostrativo que inicialmente tienen las acciones de sus padres se modera, de forma que estos se conducen exhibiendo un mayor interés hacia las actividades y los logros de los niños. 

  Aunque a los niños se les concede una autonomía considerable y se tratan con respeto sus caprichos y deseos, se les enseña también a obedecer a todos los adultos. Y aunque no se les carga de responsabilidades, deben tomar parte activa en las tareas familiares. 

Durante los primeros años las responsabilidades son compartidas y dependen de la disponibilidad de cada uno. Sea cual sea su sexo, es importante para el niño saber desenvolverse en una amplia variedad de tareas y prestar ayuda cuando se le necesita. 

Conforme crece se le van asignando responsabilidades más específicas y acordes con su sexo. Aunque se reconoce que existe una división del trabajo según el sexo, no es una división rígida en ningún tramo de edad. Los miembros, chicos y chicas, pueden asumir generalmente las responsabilidades del sexo contrario cuando surge la necesidad, si bien en la forma de una disposición auxiliar. 

  Aprenden a ver a los adultos como personas gratificantes y no amenazadoras. No se les excluye de los asuntos de la vida adulta. Se les anima a asumir responsabilidades apropiadas a su edad bastante pronto. Participan en el curso de la vida. Aprenden a través de la observación y la acción. Pero no por ello los esquimales adultos abandonan el aprendizaje al azar. Dan órdenes, dirigen y reconvierten la conducta de los niños, pero sin hostilidad. 

Viven en un clima extremadamente imperante. Quizás son criados de este modo porque solo las personas seguras, ingeniosas y de buen humor son capaces de sobrevivir durante un largo tiempo en ese ambiente." 

George D. Spindler, antropólogo y profesor universitario; padre de la antropología de la educación.

martes, 3 de marzo de 2015

Consejos para intervenir cuando los niños tienen pesadillas.



 Las pesadillas, al contrario que los terrores nocturnos, pueden ser aterradoras para el niño y también para los padres, y son el resultado del sentimientos de inseguridad, de ansiedades, miedos o preocupaciones. Son reacciones del miedo común y normal a los sueños desagradables, que se inician normalmente a los tres años de edad y suelen tener su punto álgido a las edades de cuatro y seis años. Las niñas son susceptibles de padecerlas más tarde que los niños. Un 28 %  de los niños con edades comprendidas entre los seis y los doce años tienen pesadillas. Alrededor de los diez años, la frecuencia de estos sueños desagradables se incrementa otra vez; y pocos años después suelen remitir dichos sueños.



  Las pesadillas difieren de los terrores nocturnos en otros aspectos: mientras que el niño transpira, grita y respira agitadamente al experimentar una pesadilla, éste puede ser despertado rápidamente y se acordará del sueño o de partes del sueño.
Los sueños pueden estar inducidos por enfermedades o por el dolor, la sobreexcitación, el miedo, la ansiedad, los programas demasiado violentos de televisión o por amenazas enfermizas que realizan algunos padres. Aunque el niño puede no ser capaz de indicar exactamente qué le está afectando, pueden sacarse algunas claves a partir de su comportamiento si conversamos con él.  Cualquiera que sea la causa, los niños inseguros, preocupados o con ansiedad tienen más probabilidades de tener pesadillas.



Posibles actuaciones.


 Tranquilícele y dé seguridad a su hijo o hija.
Lo que los padres pueden hacer por un niño que sufre pesadillas es despertarle, calmarle y darle seguridad, decirle que todo va bien, que no ocurre nada. Acariciarle y mecerle, pero no dar demasiada importancia a la pesadilla, puesto que de otro modo podría aprender a utilizarla como mecanismo para atraer la atención. No es importante, en este momento, comentar el contenido del sueño.Hay que evitar la excitación excesiva.
Los niños deben tener un periodo de calma y de relajación antes de acostarse y no hay que permitirles que vean programas de televisión violentos o de terror, no contarles historias de miedo ni permitir que realicen actividades físicas demasiado movidas. 

Las experiencias de muchos padres sugieren que es de gran ayuda limitar la televisión.


 Hay que usar la conversación y los sueños como datos de cualquier problema que esté sufriendo el niño. Háblele durante el día de sus pesadillas e intente aliviar sus miedos e inquietudes. Sea previsor y prepare al niño con antelación para acontecimientos que sean susceptibles de causarle tensión, tales como la vuelta a la escuela después de las vacaciones o salir de viaje. Los miedos de los niños son muchas veces causados por la falta de información.



 Si el niño tiene el mismo sueño una y otra vez, puede estar seguro de que siente ansiedad por algo. Anímele a que hable de su sueño y que lo represente despierto, pero con un final feliz.


domingo, 4 de enero de 2015

Algunas pautas para mejorar las relaciones sociales de los chavales y chavalas.




En general:
1) Evitar etiquetas; por ejemplo: “no sabe hacer amigos”, “nunca juega con los niños “, etc. Esto sólo consigue afianzar en el niño/a una sensación de incapacidad para relacionarse con sus iguales y una pérdida de confianza en sí mismo/a.

2) Conviene conversar con el niño/a y hablarle sobre las cualidades que posee y que debe utilizar. Este tipo de charlas se deben llevar a cabo cuando el niño/a ha mantenido una relación positiva con otros niños.

3) Se deben favorecer las situaciones en las que el niño/a se encuentre con otros niños en un ambiente libre y atractivo como pueden ser los parques infantiles, los patios de juegos, etc.

4) No presionar al niño/a para que establezca cualquier tipo de relación ni obligarlo a acudir a determinados lugares comunes de los niños. Deberíamos favorecer el que se den situaciones en las que sean posibles estos contactos y el niño/a decida con quién juntarse.

5) Planificación de actividades de relación por parte de los profesores o educadores.
 A nivel familiar, esto puede plantearse con vecinos o familiares hacia los que el niño/a presenta cierta atracción social.

En el ámbito familiar:
1) Salidas al parque, y se deja al niño/a la mayor libertad posible en los juegos que escoge y a los niños a los que se acerca.

2) Conversar con el niño/a sobre cuáles son sus gustos preferidos y  preguntar por sus
amigos y las cosas que hacen éstos en el colegio.