martes, 30 de julio de 2013

Internet y tecnoestupidez.



Nicholas Carr



  En el año 2008, el escritor norteamericano Nicholas Carr publicó en la revista The Atlantic un artículo en el que proponía que la tecnología (Internet, el iPad o la Wii) estaba alterando muy negativamente nuestras facultades mentales. Con posterioridad, este escritor desarrolló más sus ideas en el libro Superficiales.  Lo que nos viene a decir Carr es que con las nuevas tecnologías se quiebra la lectura paciente y sosegada: los SMS, los tuits, Facebook o Tuenti compiten nerviosamente por nuestra atención; hay un constante goteo de enlaces y discusiones que se agregan sin parar en un diálogo infinito. Todo esto consigue distraernos y reducir nuestras capacidades intelectuales, contribuyendo a extender la necedad, fomentar el autismo social y, en definitiva, pudrir el cerebro. Las producciones audiovisuales y editoriales se están adaptando al medio digital ofreciendo productos breves, y esto eliminará las reflexiones sopesadas, pausadas y los argumentos complejos que realiza nuestro cerebro. De este modo, se hará casi imposible ahondar y reflexionar sobre las cosas, convirtiéndonos en  simples consumidores de titulares. Así, estaríamos entrando en la era de la tecnoestupidez.

   Pero hay algo que parece contradecir la tesis de Carr: el llamado "efecto Flynn". James Flynn, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Otago (Nueva Zelanda), descubrió en los años 80, después de comparar los test de inteligencia de individuos de distintos países a lo largo de diferentes épocas, que el cociente intelectual iba en aumento de generación en generación desde hace décadas (habría que remarcar que lo del cociente intelectual se debe tomar como algo relativo y no absoluto, pues hay capacidades cognitivas que actualmente no se pueden medir adecuadamente con los test estándar, como la inteligencia intrapersonal o la interpersonal). El efecto Flynn necesitaba de una causa que encajara como la pieza de un rompecabezas, y la tecnología se posicionó entre los posibles candidatos. 

  Pero es muy importante decir que las clases de inteligencia que se habían visto potenciadas, en el estudio realizado por el profesor de la Universidad de Otago, eran las que tenían que ver con el razonamiento visoespacial y el pensamiento abstracto. En lo referente a las habilidades memorísticas, lingüísticas o aritméticas, por ejemplo, no se apreció mejora alguna. Esto último daría en parte la razón a Carr.

  La tecnología es una herramienta fantástica que nos ayuda enormemente en nuestro día a día, pero también puede tener sus zonas oscuras, como nos indica el propio Carr.

Tendremos que estar muy atentos.


Libro Superficiales.
Editorial Taurus.
Nicholas Carr.

No hay comentarios:

Publicar un comentario