miércoles, 31 de octubre de 2012

Albert Camus y su filosofía del absurdo.





  Albert Camus (7 de noviembre de 1913 - 4 enero de 1960) fue un filósofo, ensayista, novelista, dramaturgo y periodista francés nacido en Argelia, que fue galardonado con el Premio Nobel  de Literatura en 1957. Camus fue la segunda persona más joven en recibirlo, después de Rudyard Kipling.

  Murió en un accidente de automóvil sólo tres años después de que se le concediera dicho galardón. 

  Con frecuencia se le asocia con el existencialismo, pero Camus prefirió ser conocido como un hombre y un pensador, más que como miembro de una escuela filosófica determinada.

  En una entrevista, en 1945, Camus rechazó cualquier asociación ideológica: "No soy un existencialista, Sartre y yo siempre estamos sorprendidos de ver nuestros nombres vinculados"

  La filosofía del absurdo, nacida de Camus, establece que los esfuerzos realizados por hombres y mujeres para hallar el significado total y previamente determinado dentro del universo fracasan debido a que no existe tal significado, al menos en relación con el ser humano. Por tanto, propugna que el sentido último de la existencia es la creación de una significación particular, propia, puesto que la vida es insignificante por sí misma, y que la inexistencia de un sentido supremo en la vida de las personas es una situación de regocijo y no de desolación. Así pues, cada persona es libre para moldear su vida, con lo que se construye  su propio porvenir.

  Según Camus, la vida humana carece de sentido, de meta, pero esto no nos tiene que sumir en la desesperación o en la apatía más profunda, pues es el propio ser humano el que va creando su futuro.

    "Aceptar el absurdo es la única alternativa admisible al injustificable salto de fe que constituye la base de todas las religiones".

jueves, 25 de octubre de 2012

Niños demasiado responsables.






Algunos  niños, desde el nacimiento, se sienten en cierto modo responsables del bienestar de sus padres y se creen que son culpables cuando éstos tienen problemas, sobre todo conyugales, o cuando no les tratan bien o les descuidan. Su conclusión es, en numerosas ocasiones (aunque no siempre, claro está), que  ellos, los propios críos, se equivocan. Así se convierten en niños que maduran demasiado pronto y tienden a hacer de padres de sus padres. En muchas ocasiones aprenden a satisfacer las necesidades de sus progenitores y a descuidar las propias.

Todo esto es especialmente obvio en las familias con una madre o padre drogadicto, alcohólico o con problemas psicológicos graves. Pero también se da en algunas familias con situaciones menos dramáticas.  Algunos de estos padres abusan de su responsabilidad y de la disponibilidad de los hijos, cargándoles con sus preocupaciones. La inmadurez de los adultos deja un vacío que atrae sin remedio al hijo, que necesita ser valorado y desea colaborar.

Si los niños asumen responsabilidades excesivas a edades precoces, esto se convierte en parte de su personalidad y no se cambia de forma fácil, lo que hace que  sus relaciones futuras se vean influenciadas con las personas que de verdad le importan. Los chavales, por regla general, no saben protestar directamente cuando se sienten demasiado responsables.

Este tipo de chicos están solos y llegan a la conclusión de que la familia no tiene nada que ofrecerles, excepto comida, alojamiento, vestimenta y cama. Sucede en familias de toda clase, con problemas y sin ellos. 

Tomado de En tribu.


martes, 16 de octubre de 2012

¿Qué es educar?




Pequeños fragmentos de un texto de Humberto Maturana.


“El educar se constituye en el proceso en el cual el niño o el adulto convive con otro y al convivir con el otro se transforma espontáneamente, de manera que su modo de vivir se hace progresivamente más congruente con el del otro en el espacio de convivencia."


"Vivamos nuestro educar, de modo que el niño aprenda a aceptarse y a respetarse a sí mismo al ser aceptado y respetado en su ser, porque así aprenderá a aceptar y respetar a los otros."

 "Si decimos que un niño es de una cierta manera, bueno, malo, inteligente o tonto, estabilizamos nuestra relación con ese niño de acuerdo a lo que decimos, y el niño, a menos que se acepte y respete a sí mismo, no tendrá escapatoria y caerá en la trampa de la no aceptación y el no respeto a sí mismo porque sólo podrá ser algo dependiente de lo que surja como niño bueno, o malo, o inteligente, o tonto, en su relación con nosotros. Y si el niño no puede aceptarse y respetarse a sí mismo, no puede aceptar y respetar al otro. Temerá, envidiará o despreciará al otro, pero no lo aceptará ni respetará; y sin aceptación y respeto por el otro como un legítimo otro en la convivencia, no hay fenómeno social."

¿Para qué educar?

"A veces hablamos como si no hubiese alternativa a un mundo de lucha y competencia, y como si debiésemos preparar a nuestros niños y jóvenes para esa realidad. Tal actitud se basa en un error y genera un engaño."

¿Qué hacer?

 "Al corregir sus acciones, no castiguemos a nuestros niños por ser. No desvaloricemos a nuestros niños en función de lo que no saben, valoricemos su saber. Guiemos a nuestros niños hacia un hacer que tiene que ver con un mundo cotidiano e invitémoslos a mirar lo que hace y, sobre todo, no los llevemos a competir.”