miércoles, 21 de diciembre de 2011

El hobbit, un magnífico libro para todos los públicos


                         



                                           

   El hobbit, de J. R. R. Tolkien (1892-1973), es en esencia un viaje lleno de numerosas dificultades. Bilbo Bolsón, el protagonista, y un grupo de enanos se dirigen hacia una montaña donde un malvado dragón, Smaug,  guarda un tesoro que robó a los antepasados de los enanos hace mucho tiempo. Pero el camino está lleno de peligros, y no será nada fácil recuperarlo. 
   Buenos y malos se encontrarán inmersos en una gran batalla, y todo por conseguir el preciado tesoro del que tiempo atrás se apoderara indebidamente el astuto dragón. 
   En Bilbo Bolsón podemos observar una mezcla de valentía, inteligencia, ingenio, honradez, bondad, cordura y bonhomía. 
   En esta magnífica obra se empieza a entrever una de las ideas centrales de la trilogía de El señor de los anillos, ligadas al anillo y a los tesoros que generan tanta desgracia y sufrimiento. Únicamente la sabiduría y el valor de Bilbo Bolsón harán que el final no sea desastroso.
   El hobbit es una de las primeras novelas de género fantástico, con la capacidad de crear todo un mundo poblado por personajes fabulosos de distinta índole: unos bondadosos, otros terribles, todos ellos con el telón de fondo de una lucha entre el bien y el mal, propiciada por un tesoro y la codicia.
   El libro nos muestra un mundo imaginario, legendario, coherente, rico en personajes y en mitología. Es una metáfora de nuestro tiempo, con seres paradigmáticos, como el propio Bilbo Bolsón o el mago Gandalf.
   A lo largo de las páginas de El hobbit, observamos viajes, aventuras y periplos que acaban dejando huella en los propios personajes. Son caminos de crecimiento y maduración personal, tanto si se enfrentan a monstruos terribles como a la cruda realidad.
    El hobbit es un excelente libro que puede ser leído por los más jóvenes, a partir de 10 años, y por los adultos. Todos ellos encontrarán emoción, aventura, misterio y superación personal en muchos de los personajes.



                   

   

                         
                                      John Ronald Reuel Tolkien




miércoles, 14 de diciembre de 2011

De las inteligencias múltiples a la educación personal





Como ya dije en un artículo anterior, hasta hace muy poco tiempo se pensaba que la inteligencia era algo innato e inamovible: se nacía inteligente o no. Ahora, con el trabajo de Howard Gardner, se ha descubierto que esto no es exactamente así. Afortunadamente a través de la educación se puede potenciar la inteligencia. Ésta es mucho más amplia de lo que nos habían dicho hasta ahora; realmente es una combinación de factores tanto endógenos como exógenos. El sistema educativo tendría que empezar a impulsar los otros tipos de inteligencia, aunque esto, tal y como está planteado el sistema actual, sea todavía utópico. Asimismo, se hace necesaria una educación personalizada, a la carta: cada niño es un mundo y no se puede educar a todos los alumnos por igual. Esto nos lleva a personalizar la educación.

El que una persona con pocos estudios reglados llegue a ocupar un puesto elevado en la sociedad (hay numerosos ejemplos) nos podría sugerir, entre otros factores, que domina en mayor o menor medida esos otros tipos de inteligencia, como la intrapersonal o la  interpersonal, que en la escuela no se suelen potenciar. Únicamente se hace hincapié en las matemáticas, el lenguaje, las ciencias naturales..., dejando de lado otros ámbitos de la inteligencia muy importantes.
 Y es que no vale sólo con poseer un brillante expediente académico: otras clases de inteligencia, que se trabajan poco o nada en la escuela, tienen una gran influencia en la consecución de ciertos objetivos profesionales y personales.

Los siguientes vídeos son muy esclarecedores. Vale la pena verlos.


De las inteligencias múltiples a la educación personalizada:





sábado, 3 de diciembre de 2011

3 de diciembre, Día Internacional de las Personas con Discapacidad



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   La celebración del Día Internacional de las Personas con Discapacidad, el 3 de diciembre de cada año, tiene por objeto ayudar a entender las cuestiones relacionadas con la discapacidad, los derechos de las personas con discapacidad y los beneficios que se derivarían de la integración de estas personas en todos los ámbitos de la vida (político, social, económico o cultura). El Día brinda la oportunidad de promover actividades encaminadas a lograr el objetivo del disfrute pleno e igual de los derechos humanos y la participación en la sociedad de las personas discapacitadas, establecido en el Programa de Acción Mundial para las Personas con Discapacidad aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1982.
   En la actualidad hay aproximadamente 75 millones de niños en edad escolar que no asisten al colegio, y los menores con discapacidad representan la tercera parte de ese grupo. La educación puede contribuir de manera decisiva a superar la marginación de los discapacitados. Uno de los organismos que se encarga de promover cambios actitudinales en la sociedad es la UNESCO, que elabora directrices políticas y otros materiales para el apoyo a la educación integradora. Esta organización colabora con sus asociados para garantizar que los niños discapacitados, así como otros grupos marginados o discriminados, logren ejercer su derecho a la educación.
   Hace  30 ó 40 años a las personas con discapacidad intelectual se les sometía a tratamientos físicos bruscos, para “despertar” sus sentidos, que se creía estaban adormilados. Y hace apenas unos años, en muchos países, la instrucción de los niños que padecían graves discapacidades, como el Síndrome de Down, ni siquiera estaba a cargo del Ministerio de Educación, sino que era asunto de la sanidad pública o el bienestar social. En realidad, no se creía que necesitaran educación.
   Los niños con discapacidad física e intelectual recibían instrucción en instalaciones separadas y mal equipadas, y no podían hacer nada para cambiar esa situación. Afortunadamente, las actitudes se han ido modificando a medida que ha aumentado la sensibilidad hacia el gran potencial de las personas con discapacidad.
   Hace no muchos años, los padres y los médicos fueron los únicos que protegieron y defendieron  a los discapacitados. Ahora hay muchas organizaciones especializadas que emplean el lema ‘Nada sobre nosotros sin nosotros’, con el fin de recordar a todos que los discapacitados deben participar en la toma de las decisiones que les atañen.
   La sociedad se beneficia de la educación inclusiva. Lo que persigue la integración es enseñar a los niños a convivir y a aceptar las diferencias de los demás. Los alumnos, en ciertas ocasiones,  aprenden más de sus compañeros que de sus maestros. Alguien que no estuviese de acuerdo con que discapacitados y no discapacitados compartieran clase podría  alegar que los alumnos no discapacitados progresarían más en términos académicos si estudiasen en un aula con otros niños de su mismo nivel. Pero ¿pasaría lo mismo con el desarrollo personal de estos alumnos? La vida es compleja y diversa, y las aulas también deberían serlo. Estudios realizados en Finlandia demuestran que el rendimiento académico de los niños muy inteligentes no disminuye porque compartan clase con alumnos discapacitados.  Y es que los resultados de éstos últimos mejoran.
 También existe una justificación económica: es más barato crear y mantener escuelas que eduquen a todos los niños juntos, permitiendo que los alumnos con discapacidad lleguen a ser menos dependientes y, por lo tanto, necesiten menos cuidados.
   Los profesores, estemos en el nivel educativo que estemos, tenemos que promover directa o indirectamente esta integración; es una necesidad ética y educativa.