viernes, 28 de octubre de 2011

Interesante artículo de Begoña Arrieta Nájera.


Begoña Arrieta Nájera es Doctora en Sociología y educadora en Igualdad de Oportunidades.

A favor de la educación mixta.

 Espectáculos para niños en Madrid


"Seguimos transmitiendo modelos de discriminación a través de nuestras actitudes y valores hacia las mujeres en general ¿No es más importante que la adquisición de conocimientos, que está muy bien y hay que mejorar, «la educación integral para la vida en común»?
De nuevo está en discusión la conveniencia o no de impartir la enseñanza en nuestros colegios de forma separada, es decir, las niñas por un lado y los niños por otro.
Mi postura a favor de la educación mixta parte de que las personas al nacer nos diferenciamos por nuestro sexo, y a partir de ahí a ese hombre o mujer se les atribuye el género masculino y femenino, con expectativas, roles y demandas diferenciadas y también diferentes en función del entorno social concreto en que viven. Creo que hasta aquí todas y todos solemos estar de acuerdo.
La discusión empieza cuando nos damos cuenta de que esa «socialización» que ejercemos las personas adultas sobre las criaturas desde que nacen genera desigualdad y discriminación entre hombres y mujeres para su posterior convivencia en igualdad.
Para superar esta discriminación se decidió implantar en su día la «coeducación» en nuestros colegios, con el objetivo de «educar en igualdad de derechos y oportunidades a niños y niñas, sin que las diferencias sexuales o de género supongan subordinación o exclusión».
Esta «coeducación», en mi opinión, implica que las actitudes y valores tradicionalmente considerados como masculinos y femeninos puedan ser aceptados y asumidos por personas de cualquier sexo. Es decir, trata de terminar con los estereotipos en los que los hombres deben desarrollar una serie de roles y las mujeres otros, por el hecho de pertenecer a un género u otro.
Pero se observa que, lamentablemente, en los colegios en general, la implantación de la «coeducación» así entendida encuentra muchas resistencias por múltiples razones, falta de preparación del profesorado, de materiales adecuados, o por falta de identificación con el objetivo de la misma.
Por lo que seguimos transmitiendo modelos de discriminación a través de nuestras actitudes y valores hacia las mujeres en general, que en la vida real se manifiestan en la falta de implicación de los hombres en la conciliación familiar, en las dificultades que siguen teniendo muchas mujeres para ser promocionadas en sus respectivos trabajos, en la percepción de salarios inferiores por igual trabajo y, lo que es mucho peor, en la violencia de género que miles de mujeres padecen cada día.
Por todo ello deseo hacer hincapié en que, en mi opinión, es mejor que niños y niñas aprendan a convivir en común desde la infancia, porque el camino que han de recorrer a lo largo de toda su vida: adolescencia, trabajo, vida en pareja o a nivel individual, siempre estarán rodeados de otras personas, porque somos seres sociales y no vivimos aislados ni unos ni otras.
Creo que es fundamental que se trabajen en Primaria y Secundaria las «habilidades sociales», para que aprendan a resolver los conflictos a través de la comunicación y negociación para llegar al consenso con las otras personas, sin imposiciones de poder, y para ello es necesaria la interacción entre ambas partes. Que aprendan a respetarse como iguales y que interioricen el desarrollo del «buen trato» entre ellos y ellas, con la esperanza de que este trabajo favorezca la erradicación de la violencia de género que padecemos en la actualidad.
¿No merecería la pena que nos cuestionáramos todos y todas, incluidas las instituciones, por supuesto, que la gran preocupación que tenemos por la adquisición de conocimientos está muy bien y hay que seguir trabajando por mejorarla, pero que es más importante, y no podemos olvidarla, «la educación integral para la vida en común»?
Como dice el sociólogo Ulrich Beck, «en la sociedad del riesgo (se refiere a la actual) todo es negociable». Ya no aceptamos la imposición de una persona sobre la otra, y la actitud e interiorización del «buen trato» entre las personas necesita aprendizaje en la familia, en el colegio, en el trabajo, en la política, en los medios de comunicación, es decir, se debe potenciar a través de todos los agentes de socialización.
Por todo lo expuesto estoy a favor de la educación mixta, pues considero que es la opción que mejor puede llegar a obtener resultados favorables para conseguir la igualdad real de las personas a través de la educación integral."

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